Uno de los secretos de la obra de este gran pintor aragonés, radica en el color, en las transparencias que alcanza gracias a la utilización de la técnica del “Temple” al huevo. Portolés ha rescatado y recuperado una vieja técnica medieval, una técnica consumada que él ha renovado y lo ha hecho suya, fue discípulo del maestro Jorge Alumá, quien le enseño todo sobre el retablo y la alquimia del temple y por este medio él puede sacar diversas tonalidades y texturas con colores brillantes y transparentes, con matices logrados al superponer los colores, generando así una amplia gama de tonalidades de ritmos geométricos. Sus delicadas figuras femeninas están bañadas por una luz de un verde muy especial, toda la obra esta apoyada en el dibujo.
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